Por Yeidy Agneris Vega Alicea / yvega@elorientalpr.net /Twitter@YeidyAgneris
(11 de julio de 2019)- No se trata de los daños que provocó en Punta Santiago el Huracán María, el problema existe desde antes.
Las razones para que Luz María Cruz Espinosa no cuente con servicio eléctrico, según comentó, son diversas y su caso, ha pasado por el examen de múltiples oficinas y funcionarios gubernamentales, sin embargo, por el momento espera en la oscuridad a que llegue la ayuda.
Solo fue necesario llegar a la sala de su hogar y casi sin mediar palabra sus emociones quedaron expuestas. La situación es tan delicada que el pasado mes de marzo, su segundo hijo, Luis Gerardo Cruz, de 29 años falleció por complicaciones de salud asociadas a su condición pulmonar.
Según la madre de tres hijos, la falta de luz aceleró el que empeorara su estado, pues el paciente de bronquiectasia necesitaba con frecuencia utilizar equipo médico para recibir terapia respiratoria, pero ante la carencia era necesario que fuera a la casa de vecinos y allegados.
“Por falta del sistema de eléctrico a veces se iba a casa de Janet (Janet González, líder comunitaria), a las parcelas, o en casa de mi cuñada en Verde Mar”, recordó la mujer.
En su casa, según explicó no existe la toma para conectar la estructura con la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE), esa sí se averió tras el paso del huracán, que fue despiadado con ese sector. No obstante, añadió que las limitaciones económicas no le han permitido realizar los trabajos de reparación de las conexiones dentro del hogar.
“Actualmente no he podido restablecer el servicio de energía eléctrica en mi residencia debido a que yo no tengo el dinero. Tengo que poner la caja de los ‘breakers’ (interruptor) nueva, el contador y eso sale carísimo porque tienen que romper la pared”, comentó Cruz Espinosa.
A su vez, aunque no pudo precisar la fecha, explicó que hace algunos años acudió a la oficina de Vivienda Federal del municipio de Humacao, donde le propusieron arreglar el sistema si ella sufragaba la mitad los gastos. Sin embargo, no pudo continuar con el plan precisamente porque no cuenta con los recursos.
“Yo no tenía dinero, yo no trabajo”, sostuvo.
En el día a día, la mujer de 58 años y su hijo de 25, Kenny Emmannuel Santiago Cruz viven mayormente apagados. Utilizan un generador que encienden una o dos veces por semana para lavar ropa en la lavadora y para cargar los celulares. De la misma forma, indicó que (ella) solo recibe $256 mensuales del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) y su hijo gana dinero haciendo recortes de cabello.
Sobre si tiene deuda con la AEE, Cruz Espinosa aseguró que su cuenta está salda, incluso presentó una certificación del mes de marzo de 2017 en la que la agencia confirma que la facturación correspondiente a la casa en la carretera PR-3 no tiene balance pendiente.
Para sumar a su condición de vivienda, Cruz Espinosa es una de los miles de residentes que perdieron todas sus pertenencias tras el embate del huracán en el mes de septiembre de 2017. Su casa, está deteriorada, las tomas eléctricas están expuestas, entre ellas los conectores para los bombillos no tienen sus rosetas y el interruptor, por fuera, luce en mal estado. La estructura está despintada y aún se aprecian los daños que reflejan que dentro de ese hogar se manifestó una marejada ciclónica.
“Lo perdimos todo, tuve que botarlo todo”, explicó la matriarca, que recibió ayuda de la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA), y que, de acuerdo a lo que comentó utilizó el dinero para atender la situación de emergencia y adquirir lo necesario para vivir.
De la misma forma, este medio supo que Cruz Espinosa recibió la visita de un exlegislador del distrito de Humacao y de personal de lo se conociera como la Oficina de Comunidades Especiales.
“Yo he solicitado las ayudas, he puesto la situación mía en las manos de muchas personas pertenecientes al gobierno de Puerto Rico, pero no he recibido respuesta de ninguno”, lamentó.
Pese a las condiciones en las que reside, Luz María o “Meri” como le conocen en su comunidad donde es querida por muchos, mantiene el buen ánimo y la fe de recibir la ayuda que necesita.
“Sigo en pie gracias a Dios y luchando, la vida es una lucha constante”, comentó la residente de la zona costera que también sufre de padecimientos como como artritis y osteoporosis.