Los síntomas del bipartidismo y la corrupción

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Por Ricardo Díaz / Presidente Interino PIP Humacao

Por Ricardo Díaz / Presidente interino PIP Humacao

Cada vez somos más los puertorriqueños que nos convencemos de los síntomas de la corrupción en tiempos del bipartidismo, como se le ha vivido en las últimas décadas, ha sido nefasto. Por ser tan cerrado al cambio, ha eliminado un requisito de toda verdadera democracia.

El daño que genera la corrupción es devastador en todos los ámbitos, desde el ético, emocional hasta el económico; pero no es menor el que genera en la cultura democrática, provocando el desprestigio de los partidos de mayoría, la desafiliación y la no participación de los jóvenes por la política. Por una parte, la desconfianza deriva en abstencionismo, por ejemplo: sobre un millón de personas no fueron a votar en las elecciones del 2020. Este fenómeno es mucho más fuerte en comunidades más vulnerables, cuando son precisamente las personas con menos recursos las que más necesitan la protección del gobierno.  La corrupción generalizada perjudica la cultura democrática, al extender el estribillo , tan extendida porque  “todos son iguales; no te metas en política”, instalando así el caldo de cultivo de más de lo mismo y el desapoderamiento ciudadano.

Frente a estos peligros, el multipartidismo y la cultura del gobierno compartido no es vacuna suficiente, ni mucho menos. Frente a la despolitización de las agencias, frente al desapego del bipartidismo, la única fórmula es la pedagogía democrática. El republicanismo cívico permite progresar en el camino hacia una sociedad democrática avanzada, promoviendo la ciudadanía activa y crítica, mediante la radicación. Es increíble que nuestros currículos académicos incluyan todo tipo de conocimientos, pero ninguna formación sobre la vida del ser humano en sociedad, sobre cómo debemos relacionarnos con los demás, sobre los deberes que tenemos respecto de las otras personas y respecto de la colectividad y sobre los derechos que nos asisten y sus límites. Es increíble, en concreto, que no se nos explique desde niños que el poder tiende de por sí a concentrarse y a corromperse y que los derechos no nos vienen dados; que son conquistas realizadas con mucho sufrimiento frente a las resistencias de quienes detentan más poder dentro de una sociedad desigual.

El principio de este ciclo político es un bipartidismo que en las últimas semanas han tenido arrestos de alcaldes por actos de corrupción.

El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por eso las democracias se articulan sobre el principio del balance de poderes. Las consecuencias nefastas del bipartidismo incluyen también el gran mal de haber eliminado el principio de mérito como norte del servicio público para sustituirlo por el partidismo.

El bipartidismo, ha existido para dar la ilusión de cambio al tumbar del gobierno a uno de esos dos para poner al otro. Realmente, nada cambia, porque esos partidos son las dos cabezas de un mismo monstruo que no nos permite conseguir el bien común. La peor democracia es la que da la ilusión de que existe, aunque realmente no lo es. El peor cambio es el de caras y nombres, mientras todo continúa igual en un país, como ha ocurrido en Puerto Rico. La participación democrática de muchos sectores del país ha quedado bloqueada de antemano por el bipartidismo.     

Lo verdaderamente relevante es que haya oposiciones políticas fuertes que puedan desalojar a los partidos cuando se pasan de la raya. Los síntomas de corrupción en tiempos del bipartidismo político hay que erradicarlo por ser el responsable de la quiebra del país.