A la memoria del Dr. Benjamín Quiñones Nieves (1952-2022)

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Por Félix Báez Neris / Docente Jubilado de la UPR

Por Félix Báez Neris / Docente Jubilado

El pueblo de Humacao está de luto ante la partida física del Dr. Benjamín Quiñonez.  Un excelente ciudadano que dejó una gran huella entre nosotros y que con su vida impactó a miles de personas. Como oftalmólogo y médico del pueblo, trascendió con su dedicación y trato afable. Era humanista, con un gran espíritu de responsabilidad social y de entrega a su gente. Un ser humano completo, un ciudadano humilde, honesto y cabal.

Nació el 16 de abril de 1952. Son sus padres Pura Nieves (mujer dulce y noble) y Ángel (Tatin) Quiñones (muy querido en su comunidad). Sus hermanos son Ángel y Rubén. Su esposa Nora Lebrón y sus hijos Karina, Nicole y Benjamín A. (todos excelentes profesionales), además tres nietos.

Benjamín fue a vivir al Residencial Padre Rivera en el 1959.  Luego, sus padres compraron una casa frente a este Residencial donde hoy ubica “Auto Zone”. El cantautor Mario Enrique Velázquez recuerda aquel numeroso grupo de amigos que se criaron juntos en el Caserío. Estaban entre otros su hermano Moisés, amigo inseparable de Benjamín y el Padre David Díaz Matos (primer sacerdote que sale de un residencial público de Puerto Rico). Describe a Benjamín como un ser de paz. Fue un talentoso futbolista, destacándose como mediocampista. Perteneció al equipo Campeón Nacional Jumacao Fútbol Club 1968. Rey y Pepito Álvarez fueron dos de sus grandes amigos que formaron parte de ese glorioso Equipo. Su nobleza no le permitió continuar en aquel escenario tan competitivo.

Benjamín estudió en la escuela elemental Antonia Sáez, en la Ponce de León y en la Ana Roqué. Fue un estudiante modelo. Cursó estudios en el Colegio Regional de Humacao. Se trasladó a la UPR de Rio Piedras y se graduó con honores en oftalmología en el Recinto de Ciencias Médicas, en 1978.

Hizo su práctica de medicina en el Centro Médico y el Hospital de Veteranos. Luego estableció su oficina en la Avenida Font Martelo 111. Aquí ejerció su práctica con una vocación admirable que lo distinguió por más de cuarenta años. Desde que lo conocí, me impresionó mucho por ese toque humano, personal y compromiso con los pacientes que a su vez terminábamos convirtiéndonos en sus amigos.

Rubén su hermano me contó que los viejitos a los cuales operaba de catarata le estaban agradecidos de por vida.  Celebraba cada vez que lograba restablecer la vista a sus pacientes y se confundía con ellos en un abrazo. Muchos viejitos profundamente agradecidos le regalaban viandas y hasta gallinas.

Mario Enrique recuerda que le tocó a Benjamín darle con lágrimas en los ojos el triste diagnóstico del tumor canceroso que le encontró a su esposa Carmita.  Le hizo de inmediatos todos los arreglos (pasajes y contactos) para que ella recibiera los tratamientos en un Hospital especializado en Filadelfia.  

El doctor Quiñones se robó el corazón de su pueblo. Como muestra de gratitud, el Comité Organizador del Retorno de la Escuela Ana Roqué lo reconoció dedicándole hace varios años la actividad. Las complicaciones de su salud le impidieron continuar con su noble práctica médica. El pasado 7 de mayo partió a su morada eterna este noble servidor humacaeño.