Cel Yomar Ortiz: “Ella es mi motor”

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De izquierda a derecha parte de la familia de Cel Yomar, su hermana Celimar , su madre y heroina Lucy Santiago Cruz y su hermano Kidanny.
Fotos suministradas / Parte de la familia de Cel Yomar. De izquierda a derecha, su hermana Celimar , su madre Lucy Santiago Cruz, y su hermano Kidanny. 

Por Emilio Pérez / emilioperez@elorientalpr.net

Cel Yomar Ortiz es un exitoso jardinero de los Azucareros de Yabucoa y ganador del Guante de Oro en el Béisbol Superior Doble A.

Un joven que hace dos años enfrentó en la caja de bateo a la muerte y le bateó de cuadrangular al sobrevivir un fuerte impacto de vehículo en la famosa, y en ocasiones tenebrosa, carretera PR-30 en la jurisdicción de Gurabo.

Ortiz se dirigía en ese entonces a su residencia cuando recibió una llamada de un hermano por desperfectos mecánicos. Mientras lo asistía, cambiando una de las gomas, fue arrollado por un conductor que nunca se detuvo.

Hoy, vive agradecido de Dios, su familia, su esposa y amigos por no dejarlo solo en tan difícil proceso de recuperación, pero, en especial, de su amada madre Lucy Santiago Cruz, a quien asegura que le debe más que a nadie en este mundo.

“Mi madre es todo para mí, es mi ánimo, es mi apoyo desde mis comienzos a los dos añitos en las pequeñas ligas. Nunca se ha perdido un juego mío, es mi motor”, expresó Ortiz en entrevista con El Oriental.

“Ella me enseñó a no quitarme nunca sin importar la prueba que sea. Creo que de todas sus enseñanzas, esa es la más importante”, sostuvo.

Ortiz no la pasó nada fácil en su proceso de recuperación de camino al diamante, pero nuevamente goza de salud y ha contribuido en gran escala a la clasificación a la postemporada de la novena de Yabucoa en la sección Sureste.

“Al principio fue duro adaptarme, el no poder jugar y hacer mis cosas de rutina me frustraba. Pero nunca me rendí y sabía que poco a poco todo mejoraría”, relató en exclusiva.

El jardinero atesora una gran cantidad de anécdotas especiales sobre los sacrificios de su madre en pro de su carrera. Una de ellas, contó, fueron las veces que se paraban juntitos en una parada de guaguas públicas a pedir “pon” para así poder llegar a sus juegos, ya que su padre trabajaba fuertemente y en ocasiones no estaba disponible para llevarlos al parque.

“Mis padres siempre se han sacrificado por mí. No sabes todas las cosas que pasaron para que yo pudiera cumplir mi sueño”, manifestó.

Para el pelotero, los Días de las Madres son más que especiales, y como de costumbre, lo pasará en familia en casa de su querida abuela, gozando cada minuto extra de vida que Dios le regaló hace unos años cuando volvió a nacer.