“Un privilegio ser las manos, los pies y la voz de Dios”

Dejaron todo para llevarle a los Kakataibos de Perú un mensaje que está vivo: Jesús murió y Resucitó

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Por. Esteban David Rodríguez Flecha / erodriguez@elorientalpr.net

Emmaura Colón y Leo Alicea, misioneros desde 2006, son un matrimonio que actualmente se encuentran en Perú junto a sus hijos Isaí y Elías Daniel. Su pasión por las almas los llevó a poner a un lado sus profesiones y comodidades para llevar el Evangelio al grupo nativo Kakataibos que ubica en las áreas de Aguaytía, San Alejandro y Súngaro en la selva de Perú. Los jóvenes son miembros y reciben el apoyo de la congregación y de los pastores de la Iglesia Cristiana Emmanuel en Las Piedras , familiares y amigos.
Colón, natural de Humacao y Alicea, de Arroyo, dijeron a #ElOriental que su ministerio nació en el corazón de Dios. Fueron parte de un viaje misionero a la Selva de Venezuela organizado por la “Confra” de la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Humacao. Según indicaron, es ahí donde nació su amor para trabajar con grupos nativos en la selva, que es el trabajo que realizan actualmente en Perú.
Los misioneros indicaron que, aunque en su corazón estaba el deseo de regresar a Venezuela, esa puerta se cerró. Fue entonces que su iglesia les presentó la opción de ir como misioneros a apoyar una iglesia joven que trabaja con la población de los asentamientos humanos en Lima. Después de trabajar dos años con esta iglesia pasaron a trabajar con la Fraternidad de Asociaciones de Iglesias Evangélicas Nativas de la Amazonía Peruana (FAIENAP)”
Según narraron, cuando llegaron a Perú en el 2009, se estaban realizando cuatro proyectos de traducción de la Biblia a idiomas nativos de la selva y que, al compartir con las familias de los traductores, Dios les abrió las puertas para que trabajaran con los Kakataibos.
Los jóvenes dijeron sentirse muy apoyados por sus familiares. “Mis padres me dicen que el día que me dedicaron al Señor y a cada uno de mis hermanos, lo hicieron reconociendo que no éramos de ellos sino de Dios, y, que esto implicaría obediencia de nuestra parte. Yo creo que nuestras familias están orgullosas y contentas de que hayamos dedicados nuestras vidas como familia para el servicio del Señor”, indicó Emmaura.


Es un poco complicado establecer una comunicación via teléfono con los misioneros, por lo que en entrevista a través de correos electrónicos indicaron que aunque no todo ha sido fácil, es un privilegio “ser las manos, los pies y la voz de Dios para aquellos que no lo han conocido. Estar ahí para demostrarles que Dios no se ha olvidado de ellos, y que por el contrario los ama y se ocupó de enviarles una familia de una cultura muy diferente a la de ellos para acompañarlos en su caminar con Él”.
Los misioneros indicaron que su mayor satisfacción lo es el ver a Dios obrar en medio de los grupos nativos de la selva, ver vidas transformadas, líderes siendo formados y jóvenes tomando decisiones por Dios.
Ante la pregunta de cómo ven la situación en la que se encuentra Puerto Rico, nos dijeron que viven entre la nostalgia, la preocupación y el orgullo. Nostalgia porque aman su tierra y su gente. Además, dijeron que extrañan las empanadillas rellenas y los granitos de Humacao, la calidez y la alegría del boricua. Además, sienten preocupación al ver en las noticias como la economía y la seguridad empeoran. “Esto hace que nuestro corazón se haga chiquitito”, escribieron. Los misioneros sienten preocupación al ver por las redes sociales cómo su pueblo y familiares fueron azotados por el huracán María y todavía siguen sin luz mientras negocios cierran. Indicaron además, que ante esta situación, lo que pueden hacer es orar. Sienten orgullo porque aún con las adversidades “saben que somos un pueblo fuerte, que no se rinde, que seguimos siendo la isla del Cordero y que de esta situación nos levantaremos”.
Desde Perú, Emmaura y Leo enviaron un consejo a nuestro pueblo para meditar. “Sabemos que, para muchos, estos últimos meses han sido pruebas a nuestro sentido de tener esperanza y ver un futuro. Pero, son estos momentos oscuros y difíciles en los que debemos fijar nuestros ojos en Aquel que ha prometido darnos un futuro lleno de esperanza (Jeremías 29:11). Dios no ha prometido que sería fácil, pero sí que no estaríamos solos. Él está contigo”.