Por Félix Báez Neris / Especial para El Oriental
Humacao contaba a principio de la década del sesenta con varios arrabales que se esparcían como cinturones que abarcaban el casco urbano. La Marina, La Vega, El Placer, San Ciriaco y Trujillo por mencionar algunos. Las casas por lo regular eran bien pequeñas, construidas de madera muy frágiles. Muchas de ellas estaban aledañas al río Humacao.
El 4 de septiembre de 1960 los residentes de estos arrabales se movieron a refugios por la amenaza de un huracán que no llegó esa noche. Regresaron cansados y agotados a sus casas el 5 de septiembre. Por la noche, a eso de las 2 de la mañana se desató una terrible tempestad que los cogió desprevenidos.
El huracán Donna (6 de septiembre de 1960) trajo fuertes lluvias para algunas regiones de Puerto Rico. En Humacao se estima que cayeron más de 12 pulgadas de lluvia en un lapso de 4 horas. Las fuertes corrientes del río Humacao arrastraron basura y árboles provocando que el puente a la salida de Yabucoa se atascara y se desplomara. Se formó entonces un embalse gigantesco que hizo subir el nivel a más de 12 pies en algunos lugares. La fuerza contenida empezó a inundar y arrancar casas en La Marina y La Vega, ahogándose más de cien personas. (Salvador Abreu).
La muerte, la desolación y el dolor marcaron la vida del pueblo humacaeño. Personal de la Policía, la Guardia Nacional, la Defensa Civil junto a los ciudadanos lucharon incansablemente para rescatar los cadáveres del río Humacao. El alcalde Atanasio Martínez, junto al director de la Defensa Civil, Ramón Vega, ordenaron el traslado de los cadáveres a la Corte Superior. Para evitar una pandemia, muchos de los cadáveres se enterraron en fosas comunes en el Cementerio Histórico. El padre Landelin Robling, párroco de Humacao, ofreció un responso por el alma de los muertos en la tragedia.
El liderato político de entonces se personalizó a Humacao. El gobernador Luis Muñoz Marín visitó los sectores y diligenció la ayuda a los damnificados. Una Comisión de la Cámara de Representantes presidida por Ramos Antonini, acompañado por Cruz Ortiz Stella, visitaron diversos sectores del pueblo. Los refugiados se ubicaron en varias escuelas y hasta en casetas de campañas dentro del parque de pelota Jacinto Hernández.
Me cuenta el amigo Pedro J. Dávila Poupart, que su familia vivía en la Marina. El río Humacao se llevó a dos de sus hermanitos. El resto de su familia logró sobrevivir de milagro y fueron ubicados en el área detrás de la segunda base del Parque.
El Gobernador Muñoz Marín diligenció el proyecto de viviendas para los sobrevivientes de la tragedia. Se le encomendó a la CRUV la construcción de 100 casas en concreto reforzado. Se ubicaron en el predio de terrenos de treinta cuerdas aledañas a Padre Rivera y perteneciente a la familia Roig. Hoy la conocemos como Patagonia.
El Dr. Miguel Beltrán y el Sr. Luis Casillas han documentado esta tragedia y estiman las muertes en 248 personas. Hacen esfuerzos por levantar un monumento a la memoria de los fenecidos. El 5 de septiembre 2021 conmemorarán el 61 aniversario de la tragedia con una misa en la Concatedral Dulce Nombre de Jesús a partir de las 9:00 a.m. Luego, los actos continuarán en el río de Humacao.