La Planificación en Puerto Rico

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Luis (Luigui) Rivera / lgriveramedina@live.com

La planificación es una herramienta fundamental en el desarrollo de cualquier sociedad ordenada. Esta enmarca los aspectos socioeconómicos y ayuda a establecer las políticas públicas necesarias a corto, mediano y largo plazo que permita mantener la competitividad y viabilidad como país.

La Junta de Planificación de Puerto Rico se creó en 1942 bajo la administración del gobernador Rexford G. Togwell, curiosamente en medio de la crisis de la Segunda Guerra Mundial y apenas tres años de haber culminado la peor crisis financiera en la historia de los Estados Unidos.

Esta oficina fue indispensable en el estudio de las condiciones que antecedieron el establecimiento de un gobierno local en 1952, ya que permitió evaluar las necesidades y posibilidades de nuestro país, en cierto modo ayudado por el ambiente geopolítico latinoamericano del momento.

Como resultado de ello, ayudó al liderato gubernamental a establecer programas sociales, educativos y económicos que mejoraron enormemente la vida de los puertorriqueños.

Entre los años 60 al 80 se construyeron escuelas, se expandió la Universidad de Puerto Rico a través de colegios regionales, se construyeron carreteras, mejoraron las viviendas, acceso a las utilidades públicas, la industrialización, entre otras.

A mediados de los años 90, se relegó la planificación a un segundo o tercer plano, sustituida por la improvisación y el populismo. “Mega Obras” financiadas sin fuente de repago, sin una utilidad predeterminada dieron paso a la crisis económica y gubernamental que ha estancado al país hasta llevarlo a la quiebra. Los políticos de hoy día solo buscan soluciones “inmediatas” que en cierta manera se convierten en parchos que no logran siquiera mitigar el problema de fondo.

Cuando hay planificación, hay objetivos claros, control y sobre todo certeza. Estos elementos son los que garantizan la prosperidad y no hay forma de que ese poder sea accedido por personas incapaces de lograrlos.

Viendo el panorama actual y nuestro liderato político, es obvio que no existe ninguna ruta trazada, que como país nos lleve a los tres objetivos antes mencionados, porque hemos permitido que cualquiera nos gobierne.

La planificación es democrática y requiere que la población participe de ella, de esta manera es que se obtiene la información de primera mano. Es importante involucrarnos, ya que muchas de las actividades están asociadas con la toma de decisiones que tendrán efectos a corto y largo plazo que nos afectarán a todos.

Estamos en un momento crucial, donde se requiere de gran visión y unión de propósitos para encaminarnos por el rumbo correcto. Evaluemos el liderato que nos rige actualmente y comencemos a exigir soluciones basadas en las posibilidades reales de desarrollo y competitividad.

Este momento no es muy distinto a los tiempos de las grandes crisis de los años 30 y 40, donde era común la emigración, el estancamiento socioeconómico y la marginación. Que el discurso que impere de ahora en adelante sea uno que nos permita evaluar el rumbo que tendría el país dentro de las distintas alternativas y dejemos atrás la retórica de quién es peor, porque eso ya no resuelve nada.