Don Andrés: la verdadera cara de la necesidad del huracán María

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Con su fe puesta firmemente en Dios y mirando hacia el horizonte, rodeado de la naturaleza y los escombros que le dejó el Huracán María, así pasa sus días Don Andrés Arus en su cerrito cerca del expreso que discurre de Naguabo hacia Humacao, en la salida hacia el Barrio Maizalez

Arús Pérez reside en el pueblo de Naguabo hace 74 años, donde ha tenido que enfrentar diferentes adversidades, entre ellas climatológicas, como el paso del huracán Santa Clara, y en la época moderna  Hugo, Georges, Irma y la despiadada María quien devastó aquel pedazo de tierra donde construyó su hogar y donde ha residido toda su vida.

El Sector Colonia La Fe,  es ese pedazo de tierra (en la salida hacia el barrio Maizales de Naguabo) donde Don Andrés ha hecho una vida rodeado de la naturaleza, sus animales pero sobre todo con la compañía de Dios quien es su guía y su amparo

La fatídica madrugada del 20 septiembre el  paso del Huracán María devastó lo que con mil sacrificios Don Andrés construyó. Fue un momento difícil, ver como su humilde hogar fue arrasado por el implacable viento y la incesante lluvia que se llevó todo a su paso. No empece a esto, este humilde naguabeño  dio gracias a Dios porque estaba vivo y no sintió coraje ya que pensó que no era el único quien estaba atravesando por la pérdida de una casa.

“Lo llevé todo en el amor de Dios”, tan pronto comenzó a sentir los fuertes vientos, Don Andrés salió a buscar refugio y no fue hasta tres días después que pudo llegar a lo que era su hogar, ya que las condiciones del camino le imposibilitaron moverse hacia su área. No empece a que no pudo llegar de inmediato, vecinos del lugar donde se encontraba pasando el Huracán pudieron constatar desde lo lejos que ya la casita de Don Andrés no existía.

Su amor a la vida y el deseo de volver a comenzar desde cero, le dieron las fuerzas necesarias a Don Andrés donde poco a poco con cierta nostalgia recogió los escombros que quedaron esparcidos por el suelo así como algunas de sus pertenencias. No hubo tiempo para sentarse a esperar por ayudas, por lo que con sus manos movió pedazos de zinc y madera  para así construir un refugio provisional al cual él llamó muy orgulloso “mi penthouse”.

El periódico El Oriental visitó a Don Andrés y pudo constatar las condiciones en que vive, las cuales para un ser humano no son las más apropiadas.

El piso de su hogar  es la tierra y su techo zinc donde el agua se cuela por los múltiples agujeros que tiene. Duerme en un cauchito y cuando llueve mucho una hamaca es su fiel compañera junto a su radio que lo mantiene informado del acontecer diario.

Un nuevo giro renace en la vida de Don Andrés. Dentro de sus conocimientos, el poco dinero que recibe, comenzó a comprar, de manera limitada, bloques y así construir una zapata de los que será su nuevo hogar.

De las cientos de personas que pasan a diario por el expreso de Naguabo a Humacao o viceversa, el 25 de diciembre de 2017 un joven del pueblo de Juncos, Rafael Vázquez tuvo la iniciativa de pararse en el expreso cruzar la valla de seguridad y llegar hasta donde Don Andrés quien se encontraba en su cerrito sentado y mirando a lo lejos. Allí, Vázquez se enfrentó con la triste realidad en que se encontraba viviendo septuagenario por lo que de inmediato escuchó su historia y su corazón comenzó a apretarse. Este joven junqueño, en ese momento, pudo dejarle a Don Andrés galones de agua y bombillas solares con la promesa de que volvería a darle la mano y hacer realidad la construcción de un lugar seguro.

No pasó tanto tiempo que otras manos, a los cuales Don Andrés le llama “ángeles” , se unieron a Rafael y a base de donativos pudieron conseguir más bloques para continuar lo que éste comenzó al igual que cemento (Promix de Ceiba) para así llevar a cabo los trabajos de la zapata.

Semanalmente un grupo de voluntarios se dan a la tarea de visitar a Don Andrés para continuar con los trabajos de recuperación y rehabilitación de su hogar, así como otras personas se le han acercado para extenderle una mano amiga y aplacar un poco la necesidad que este ciudadano tiene.

La historia de Don Andrés nos lleva a meditar sobre la vida y a mirar hacia al lado, donde posiblemente algún ser humano necesita de personas como usted con el compromiso social y moral de ayudar. El Huracán María no fue solo devastación, fue un fenómeno que sacó a flote la pobreza rampante que existe en nuestro País. A tales efectos, brindemos ayuda al necesitado y hagamos la diferencia.

Si usted interesa ayudar a Don Andrés, puede comunicarse con Rafael Vázquez al 787-309-6440.