A trabajar el campo con sus bueyes en el pueblo de Naguabo

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Fotos por Yeidy Agneris Vega Alicea / A Kenyell Velázquez Pérez le gustaría “que otros niños amaran la tierra para que la agricultura se siga levantando”.

Por Yeidy Agneris Vega Alicea / yvega@elorientalpr.net
Twitter: @yeidyagneris

(27 de julio de 2018)-
Tiene 11 años, pero al tocar sus manos se percibe la aspereza del trabajo y la pasión por la tierra. Según contó su mamá, Emilly Pérez Delgado, desde pequeño, el menor de sus dos hijos cambiaba cualquier actividad por trabajar en el campo con su papá.

Kenyell Velázquez Pérez, es un boyero de nacimiento. Y no se trata de que le gusten, sino que, a sólo dos semanas de ser el dueño de su primera yunta, Melao y Brillante le obedecen como si tuviera una vida de experiencia.

De izquierda a derecha su papá Oscar Velázquez Delgado, su mamá Emilly Pérez Delgado, Kenyell Velázquez Pérez y su hermano Yadiel Velázquez.

La influencia la lleva en la sangre, pues su pasión se refleja en la mirada al retrato de su abuelo Don Isaías Velázquez Hernández y su bisabuelo, Don Andrés Velázquez Alicea, que poseían terrenos en el pueblo de Naguabo, en el barrio Ciénaga, donde el jovencito reside junto a su familia.

El pasado 7 de julio, en su fiesta de cumpleaños sonaron las sirenas, rodaron las carretas y luego de años de pedirlos, recibió con llanto y emoción su primer par de bueyes uncidos por el yugo.
Y más que para él, los bueyes han sido un regalo para toda la familia, especialmente para su papá Oscar Velázquez Delgado.

“No creí que iba a volver (a la tierra), es una gran alegría que siento. Desde que le regalé esos bueyes ha empezado otra vida conmigo. Está la familia más reunida, los amigos y amistades. Yo me había desconectado de todo, nunca más había tenido la oportunidad de arar”, comentó Velázquez Delgado que se dedica a la cría cerdos y tiene ganado vacuno y caballos.

Vestido con botas, camisa de cuadros y con sombrero Kenyell “ajotó” sus bueyes y describió sus razones para amar el campo.

“Como ellos ya no están, quiero seguir la tradición de mi bisabuelo y de mi abuelo. Cuando estén grandes (los bovinos) puedo arar con ellos. Si alguna vez viene otra tormenta, yo quiero darle de mi cosecha a la familia”, comentó Kenyell.

Su inquietud es pertinente, especialmente al considerar el daño que dejó en la agricultura del País el huracán María y la pasada Temporada de Huracanes.

Y en su casa lo apoyan, incluso su hermano Yadiel Velázquez Pérez, de 12 años, mientras mostraba su caballo “Spirit”, expresó que ya está listo para acompañar a Kenyell y a su papá a labrar la tierra.

Por su parte, Pérez Delgado, mamá de ambos niños, indicó que Kenyell ya ha participado en al menos dos caminatas con sus bueyes, una en Las Piedras y otra en Aguas Buenas, y que pronto será el quinto integrante de la Asociación de Bueyeros del Este, donde también será el más joven.

“Ya comenzó su legado, comenzó a dejar huella, no sólo porque es el más pequeño dondequiera que vamos, sino porque su experiencia está comenzando en esto y es notable por la forma en que los lleva, los bueyes son obedientes”, comentó Pérez Delgado.

Ambos hermanos son estudiantes de la Escuela Montessori Lutgarda Rivera Reyes en el barrio Florida en Naguabo.

Kenyell cumplió 11 años el pasado 3 de julio. Melao y Brillante aún son jóvenes, pero en un año es posible que estén listos para la faena agrícola, una finca en la que su amo vislumbra que comenzará sembrando guineos y batata, o quién sabe si ñame y café como sus abuelos.